09 marzo 2007

Restaurar la cultura de restaurar

Hay una cosa que me impresiona mucho y es la exagerada capacidad de olvido de los venezolanos. Me refiero al caso específico de la memoria histórica de nuestro país, de nuestras ciudades.
Esta semana revisando el periódico me encontré con esta foto de El Universal realizada por Gustavo Bandres que ilustraba una nota sobre una "remodelación" que hace la alcaldía respectiva en la Plaza Rafael Urdaneta de La Candelaria.
Lo que me impactó fue el hecho de que están quitando a punta de pico las baldosas que, según informa la nota de Briamel González, tenían 50 años en el piso del citado lugar de esparcimiento. La obra que cuesta 700 millones de bolívares incluye el reemplazo de las citadas cerámicas por otras de "mejor calidad", según palabras del director de gestión urbana del ayuntamiento.
Pero si estas baldosas tienen 50 años allí y forman parte de la memoria histórica de la urbe ¿por qué hay que reemplazar?
¿por qué no las restauran?
Aún recuerdo la hermosa estructura que tenía el Centro Comercial El Trébol de Los Dos Caminos... lo tumbaron para hacer un mall gigantesco -de esos que tenemos clonados por todo el país- en el que se seguirán ahogando poco a poco las libertades de los venezolanos. Lo mismo ha pasado con montones de edificaciones a lo largo del país.
Si uno se da una vuelta por el frente de la Casa Bolívar, puede darse cuenta de lo deteriorado del empedrado y cómo los buhoneros cuelgan los ganchos (en los que lucen sus ropas a la venta) en las esquinas de aquellas paredes antiquísimas, en su momento muy hermosas y elaboradas, y que se extienden unas cuadras alrededor.
Algunos vecinos de la parroquia La Candelaria salieron a protestar por el levantamiento de sus baldosas, pero nadie les hizo caso, ni siquiera hubo apoyo del colectivo. Sinceramente me revuelve el estómago el hecho de que se deje pasar por alto cosas como ésta y me pregunto qué pensaría Bolívar si se diera una vuelta por su casa o el mismo Villanueva si resucitara en la UCV.
Nos cambian el escudo y no nos quejamos, nos cambian el nombre del país y no nos quejamos, nos cambian la bandera y no nos quejamos, nos cambian la moneda y no nos quejamos, nos quitan los murales de Cruz Diez y no nos quejamos, nos quitan la esfera de Soto y no nos quejamos, nos quitan el medallón de Betancourt del Parque del Este y no nos quejamos, nos quitan nuestros edificios antiguos y no nos quejamos, entonces ¿quiénes somos?
Imagínense si al gobierno griego se le ocurriera quitar el Partenón porque está en ruinas o si el gobierno egipcio demoliera las pirámides para hacer un centro comercial. Nuestro país es más joven, lo sé, y es precisamente por eso que deberíamos cuidar más lo que tenemos.
Con actitudes como ésta que asuminos, mostramos que no tenemos pasado, que no tenemos presente, y lo peor: que no tenemos futuro. Y ojo, no se trata de una crítica nada más al chavismo, sino a todos los "gobiernos" que tuvimos antes y especialmente a nosotros mismos que siempre hemos sido apáticos ante todo, que siempre nos quedamos en casa esperando a que otro vote, que siempre hemos esperado a que otro resuelva.
Me molesta entonces ver protestas porque Bush viaja por Latinoamérica, y me pregunto de qué manera nos benefician. Bush está feliz viajando por Latinoamérica y le resbala que la gente aquí diga que él es un personaje de mala calaña (aunque ni los mismos estadounidenses lo quieran). Mientras tanto dejamos pasar los problemas que son realmente importante para nosotros como colectivo nacional. Creo que tenemos que empezar por restaurarnos el cerebro,acostumbrarnos a cuidar y a valorar lo que tenemos para después poder exigirle a los gobiernos que dejen de montar ollas con nuestro dinero y que RESCATEN lo que tenemos para mantener nuestra identidad.
No me extrañaría que un día de estos tumben la catedral porque está vieja, o que nos quiten a Las Toninas para poner un monumento a Fidel (o a Bush), mientras nosotros disfrutamos echadotes en la cama de los bodrios que pasan por el Canal 8 o por Globovisión (y discúlpenme los colegas).
De verdad me lamento muchísimo, se me revienta el alma cuando veo que no pasa nada, que no hacemos nada, entonces me viene a la mente una frase sabia que usó mi abuela la última vez que la vi: "es que los venezolanos perdimos los pantalones".

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