Contiene en su seno gran colorido e innumerables detalles pacientemente esculpidos, como retablos y piezas mobiliarias y religiosas de la época. Uno pasea entre sus paredes tranquilas y la boca se abre poco a poco ante el asombro.
Pasé mi fin de semana feliz entre esas paredes que aún guardan celosamente la paz de su vida original. Hay quienes dicen que algunos fantasmas rondan por sus pasillos y cuartos, yo sólo digo que estoy sumamente encantada de haber dormido en el mismo hotel en el cual Gabriel García Márquez aguardaba el inicio del IV Congreso Internacional de la Lengua Española. Para mi pesar, nunca me lo crucé.
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