Les presento a Cartagena divisada desde abajo. En ella, colonia y modernidad se conjugan sin problemas, al igual que nativos y turistas, que franquicias extranjeras y comida típica.
Hay demasiadas cosas por hacer en la "ciudad heroica". Yo di mil volteretas, todas las que pude. Compré collares de semillitas para mi madre y para mí y franelas locales para mi Helge, mi padre y mi hermano. Hablé con la gente, tomé mil fotos, me monté en la muralla, tomé sol, bebí una cerveza Club Colombia, mucho jugo de corozo, me persigné dentro de todas las iglesias, comí arepas de huevo, arroz con coco, uchuvas -y otras frutas que no conocemos en Venezuela- hasta que me cansé. Disfruté la urbe, a plenitud y lamenté la ausencia de Helge para compartir mi gran felicidad con él.
Sellé mi paso por esta ciudad multicentenaria, con una visita a la india Catalina que se encontraba reluciente, modelando por siempre su pequeño guayuco, justo al frente de la sede del Festival de Cine de Cartagena de Indias ¡me emocioné tanto al retratarme con ella!
25 marzo 2007
Bajo el sol en la ciudad heroica
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