No lo pude evitar, pero de verdad me pegó muchísimo la muerte de Pavarotti. Siempre me duele que la gente valiosa muera, y en esos casos siempre me pregunto por qué la Parca, en su lugar, no se lleva a alguien de malas pulgas (de esos que sobran en el mundo y que hacen sufrir por igual a todos los mortales, a superhéroes, y a villanos de poca monta).
En fin, mi madre me mandó un mensaje de texto que decía "murió mi Pavarotti", y el asunto me dolió mucho más. Es que en casa disfrutamos muchos de sus discos, especialmente esos experimentos con otros cantantes, incluso con los más pop, con Bono, con Brian Adams, con Bon Jovi, y todos sus "amigos". Su peso en físico era el mismo peso que tenía su voz, es que la alegrí se le desbordaba sola en el rostro. Este es mi humilde tributo a un personaje que debe tener alas, porque la verdad es que le alegró la vida con su irrepetible voz a muchos seres humanos.
Granada es una canción muy especial para mi. Era un tema que amaban mis fallecidos tíos, una pareja que se adoraba con locura y a quienes consideré como unos segundos padres. Granada es además el tema con el cual puedo identificar a un cantante virtuoso: a esos que tienen pleno dominio de su voz y que demuestran su pasión verdadera sin flaquear en estas notas que, recuerdan mis clases de teoría y solfeo cuando estaba en la coral infantil, es que son de-ma-sia-do difíciles de cantar. Granada es mi prueba de fuego, mil veces cruzada airosa por el famoso tenor italiano. Mis respetos infinitos a Don Pavarotti.
07 septiembre 2007
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