01 febrero 2007

De Caracas pa' Cúcuta

La aventura comenzó a las 5:00 de la tarde, nuestro autobús salía para San Antonio del Táchira a las 6:30 y Helge y yo todavía estábamos llenado los morrales... por supuesto se nos quedaron varias cosas que lamentamos no tener a mano durante buena parte del viaje. Lo primero fueron los reproductores de MP3 y lo segundo, los sleeping bags para escondernos del frío del autobús.
Viajamos en una línea llamada Global Express (o Global Algo... no estoy segura), en la que no podías comer, ni beber durante tus plácidas largas horas viendo películas con cabezas de gente moviéndose en el cine. En la mañana como a las 7:30 pasamos por Rubio, me dio un poco de tristeza el abandono de esta pequeña localidad. Dos horas más tarde llegamos a San Antonio, un pueblo-city más caliente de lo que yo pensaba, pero con calles dispuestas en cuadrícula, como en cualquier perfecta población andina.
Allí preguntando y preguntando llegamos a la Diex para sellar el pasaporte porque queríamos ir a Cúcuta, compramos nuestras estampillas correspondientes a una unidad tributaria, nos sellaron y salimos de nuevo a la calle para dirigirnos hacia la frontera comercial más importante entre Venezuela y Colombia. "Sigues por aquí pa´bajo y cuando llegues a aquella mata de mango cruzas a la derecha, bajas por ahí y la ves", me dijo el señor que vendía las estampillas con esa amabilidad característica de los andinos y con esas señas particulares para encontrar direcciones que sólo podemos entender los venezolanos. El cambio estaba a 0,60... así que 100 mil bolos sólo son 60 mil pesos (que pobre somos los venezolanos, ¡me dieron ganas de llorar!).
Siguiendo las señas del señor llegamos a la frontera. Pasamos bajo la aduana venezolana sin que nadie nos dijera ni pío... entramos al territorio de nadie, ese margen entre ambos países y cruzamos el Puente Internacional Simón Bolívar a pie (nada del otro mundo). Ya en Cúcuta buscamos el DAS para sellar la entrada a Colombia y nos encontramos con que está en un edificio precioso, allí hicimos nuestra "colita" y al llegar el funcionario me dijo que no tenía que sellar porque los venezolanos podíamos llegar hasta Cúcuta sin sello. "Pero ya sellé la salida en Venezuela", dije. "¿Y en la Diex no te dijeron que podías pasar sin sello?". Sólo pensé en la unidad tributaria invertida de este lado de "La raya"... Bueno, recibí mi sellos, Helge el suyo y nos fuimos campantes a tomar nuestro autobús (perdón, desde ahora hablaré de bus) hacia cualquier parte. Un chofer nos dijo que si queríamos buscar un hotel tomaramos el bus que venía detrás y que iba para el centro, el viaje fue como de media hora. En la ciudad vi un Hotel que me recomendó un miembro de Hospitality Club, llamado Hotel Avenida Tercera, paramos ahí, pagamos 30 mil pesos y tuvimos nuestro cuarto con aire acondicionado, agua caliente y TV cable por un día entero.
La tarde fue para conocer el centro. Cúcuta es una ciudad comercial muy grande,muy ordenada para ser fronteriza y contrariamente a lo que se piensa, bastante segura, tiene muchas plazas, boulevares y centros comerciales; siempre encuentras donde descansar y disfrutar de la bulla callejera.
Estuvimos en el Parque Santander, una plaza grandísima inundada de palomas que se posan sobre uno para degustar el alpiste que te venden por 500 pesos. Hay limpiabotas, niños corriendo, ancianos en los bancos y alrededor la gran iglesia (de la cual no supimos el nombre) de estilo antiguo con esculturas santas tocando el cielo. Nos dimos gusto tomando fotos. Helge se compró un cargamento de caramelos de menta, una lata enorme de café y yo hice de las mías con bocadillos de guayaba y leche y caramelos blandos de café.
Otra cosa que nos asombró fue la abundancia de productos en los supermercados y la variedad de almacenes especializados (venta de cuero por metro, venta de fresas por libra, ventas de cucharas artesanales de madera y sinfín de establecimientos dedicados a la marroquinería). Helge y yo quedamos encantadísimos con todo, sobre todo con las gigantescas hamburguesas (de sólo 4.500 pesos) que nos hizo un señor simpatiquísimo que vende al lado del hotel donde nos quedamos y que casualmente era nativo de La Guaira. Vale destacar para cerrar este día de aventuras la delicia refrescante de la cerveza La Costeñita, la Pony Malta, las donuts rellenas con guayaba y la cola Postobon... demasiadoooo...


2 comentarios:

Periodismo económico dijo...

Hola muy buena tu aventura. Yo me crié en San Antonio del Táchira, exactamente en Cayetano Redondo es una urbanización de edificios y casas de Inavi. Cucuta siempre ha sido el patio de juegos de los gochitos de san antonio. El Ley con sus batidos de frutas y el paseo por el malecón, las compras en el mercado de la sexta es todo un clásico o cesta no recuerdo como es.

Extraño las navidades en san antonio, unos cuantos años recibiamos el año nuevo en venezuela y saliamos en carro a cucuta para el año nuevo allá, era divertido.

Espero que hayan disfrutado mucho.

Miss Oogie Boogie dijo...

Ohh si! Nos prometimos regresar para conocer mucho más de Cúcuta y san Antonio con calma. De verdad mi novio y yo quedamos encantados con ambas ciudades! Gracias por tus comentarios Katiuska, lo tendremos en cuenta para un próximo viaje!
Salud!
Mo