La maltratamos tanto, y ella siempre florece entre escombros. Pero sinceramente no se si esta vez la Tierra echara flores.
Los derrames petroleros en el Golfo de Mexico y en el Zulia en Venezuela me tienen molestisima, ambos casos son el mejor ejemplo del poder mercantil versus la violada naturaleza.
El daño podria ser irrecuperable, y ningun fajo de billetes verdes devolvera la vida a cada individuo animal o vegetal que la marea negra encuentra a su paso.
Lamentablemente la vida no se compra. Sin embargo, esta foto me reconforta: una semilla que el viento transporto al azar, tuvo la fuerza para romper el concreto, mirar hacia la luz y brotar con sus hermosos tallos verdes y petalos amarillos. Cada vez que veo esta planta floreciendo entre la basura, sueño con un mundo sin la cicatriz de las empresas (y personas) irresponsables.
*Disculpen, hoy tengo un teclado sin tildes.
25 junio 2010
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario