22 abril 2008
El día de la depuración
Hoy es día de la tierra... amarla más y depurarla de la basura (en todo sentido, incluyendo el moral), es mi propósito de hoy. Todo sea para vivir mejor y augurarle calidad de vida a mi descendencia y a la ajena...
11 abril 2008
Del camaleón (o la vida por un soplo de aire acondicionado)
Esta semana ha estado bien intensa. El lunes, regresamos de Margarita tras un viaje flash que hicimos a Grenada para hacer diligencias y papeleos personales.
Me conmoví cuando fui a Porlamar, la ciudad estrella de La Perla, está sucia y deteriorada como nunca antes la había visto. En un par de conversas con unos taxistas, coincidimos en cuánto nos falta a los venezolanos para tener cerebro turístico. Una verdadera lástima, lamentablemente tiene que ver con esa cultura petrolera que, en lugar de ser progresista, es anticuada y estancada.
Pero bueno, lo que quería contarles es que volví a entrar en shock al volver a Venezuela, por las grandezas y las pequeñeces (cotidianas ambas) que uno suele encontrarse a su paso. Iba a mi oficina una mañana en una camionetica full de gente somnolienta y que también se dirigía a sus respectivos trabajos, escuelas, etc. (a mi que no me digan que los venezolanos somos flojos).
En un puesto doble, iban sentados dos señores, uno con pinta de oficina, el otro con pinta digamos "casual" para no ser chocante.
De repente se oyó un escándalo, y ambos peleaban por la salida del aire acondicionado... que si lo abres se me enfría el cerebro o que si lo cierras te mueres de calor. En fin, una nimiedad que fue tomando un color más rojizo a medida que la testosterona latina iba haciendo su efecto. En algún momento el señor "casual" le dice al otro: "bueno, vamos a bajarnos de la camioneta, a mi no me importa matarte".
Mientras la alharaca seguía y el chofer amenazaba con bajarlos a ambos si no se callaban, me puse a pensar en que el comentario del hombre, simbólico o no (porque después cuando el de la gorra se bajó, un poco de kilómetros más abajo agarró dos botellas para esperar al otro -que inteligentemente no bajó del transporte-), dice mucho de cómo hemos perdido el valor por la vida en Venezuela.
Lees el periódico y ya ni nos asombramos con la cantidad de muertos de los fines de semana, y además debes oir opiniones que dicen que "la seguridad es mental". De verdad pienso que hemos perdido el norte. Hoy que salí a la calle y pude ver a muchos militares sobre motos, coleándose entre el tráfico con sus armas largas apuntando hacia arriba, creí que tal vez estaba en Bosnia, en Irak o en cualquier lugar en los que las peores pesadillas se vuelven reales. Luego recordé que no estamos en un país en guerra, o al menos yo creo que no.
Para seguir con el cuento, me bajé en mi parada, caminé un rato y tomé otra camionetica que me dejara frente a mi trabajo. Para mi sorpresa, el señor "casual" se montó en el mismo transporte que yo, y empezó a dar su discurso.
Escuchándolo recordé cuántas veces le había dado dinero al encontrármelo en los autobuses. Que si tiene una medicina que comprar porque sufre de una enfermedad fatal, que si la medicina la venden solamente en un sitio en el cual es muy cara.... Quisiera pensar que de verdad tiene una necesidad, que no engaña a todo el mundo con su discurso y su sacrificada cara triste (muy opuesta a la de ira que mostró cuando tomó las botellas unos minutos atrás).
Pero pudo más mi furia y mi indignación dándome cuenta de cómo una persona que amenaza a otra y para cual la vida no vale nada, después puede estar tan tranquilo pidiendo ayuda para proteger su propia vida. Un camaleón total: mentira pura y adaptación.
No lo sé. Discúlpenme todos, pero no me gusta. No lo tolero. No me adapto. No lo aguanto.
*Tendremos dos post positivos después de este. Se los prometo.
Me conmoví cuando fui a Porlamar, la ciudad estrella de La Perla, está sucia y deteriorada como nunca antes la había visto. En un par de conversas con unos taxistas, coincidimos en cuánto nos falta a los venezolanos para tener cerebro turístico. Una verdadera lástima, lamentablemente tiene que ver con esa cultura petrolera que, en lugar de ser progresista, es anticuada y estancada.
Pero bueno, lo que quería contarles es que volví a entrar en shock al volver a Venezuela, por las grandezas y las pequeñeces (cotidianas ambas) que uno suele encontrarse a su paso. Iba a mi oficina una mañana en una camionetica full de gente somnolienta y que también se dirigía a sus respectivos trabajos, escuelas, etc. (a mi que no me digan que los venezolanos somos flojos).
En un puesto doble, iban sentados dos señores, uno con pinta de oficina, el otro con pinta digamos "casual" para no ser chocante.
De repente se oyó un escándalo, y ambos peleaban por la salida del aire acondicionado... que si lo abres se me enfría el cerebro o que si lo cierras te mueres de calor. En fin, una nimiedad que fue tomando un color más rojizo a medida que la testosterona latina iba haciendo su efecto. En algún momento el señor "casual" le dice al otro: "bueno, vamos a bajarnos de la camioneta, a mi no me importa matarte".
Mientras la alharaca seguía y el chofer amenazaba con bajarlos a ambos si no se callaban, me puse a pensar en que el comentario del hombre, simbólico o no (porque después cuando el de la gorra se bajó, un poco de kilómetros más abajo agarró dos botellas para esperar al otro -que inteligentemente no bajó del transporte-), dice mucho de cómo hemos perdido el valor por la vida en Venezuela.
Lees el periódico y ya ni nos asombramos con la cantidad de muertos de los fines de semana, y además debes oir opiniones que dicen que "la seguridad es mental". De verdad pienso que hemos perdido el norte. Hoy que salí a la calle y pude ver a muchos militares sobre motos, coleándose entre el tráfico con sus armas largas apuntando hacia arriba, creí que tal vez estaba en Bosnia, en Irak o en cualquier lugar en los que las peores pesadillas se vuelven reales. Luego recordé que no estamos en un país en guerra, o al menos yo creo que no.
Para seguir con el cuento, me bajé en mi parada, caminé un rato y tomé otra camionetica que me dejara frente a mi trabajo. Para mi sorpresa, el señor "casual" se montó en el mismo transporte que yo, y empezó a dar su discurso.
Escuchándolo recordé cuántas veces le había dado dinero al encontrármelo en los autobuses. Que si tiene una medicina que comprar porque sufre de una enfermedad fatal, que si la medicina la venden solamente en un sitio en el cual es muy cara.... Quisiera pensar que de verdad tiene una necesidad, que no engaña a todo el mundo con su discurso y su sacrificada cara triste (muy opuesta a la de ira que mostró cuando tomó las botellas unos minutos atrás).
Pero pudo más mi furia y mi indignación dándome cuenta de cómo una persona que amenaza a otra y para cual la vida no vale nada, después puede estar tan tranquilo pidiendo ayuda para proteger su propia vida. Un camaleón total: mentira pura y adaptación.
No lo sé. Discúlpenme todos, pero no me gusta. No lo tolero. No me adapto. No lo aguanto.
*Tendremos dos post positivos después de este. Se los prometo.
09 abril 2008
Electrofractálico
Se las debía desde ayer (la otra noticia buena), pero llegué muy tarde a casa y con el circo de Giovanny Vásquez e Isaías Rodríguez me entretuve muy lejos de internet.
Electrofractálico es un título muy interesante (hubiera querido que se me ocurriera a mí)... es un evento que reúne varias propuestas musicales pop-rock-electro-hop a la vez.
Los que no tengan una barriga grande con un niñito adentro, como yo, ¡por fa vayan y me cuentan!
Electrofractálico es un título muy interesante (hubiera querido que se me ocurriera a mí)... es un evento que reúne varias propuestas musicales pop-rock-electro-hop a la vez.
Los que no tengan una barriga grande con un niñito adentro, como yo, ¡por fa vayan y me cuentan!
08 abril 2008
1 mala, 2 buenas y Animadrid
Hoy decidí que por cada cosa negativa que publique, voy a desagraviar a mi país con un par de cosas buenas posteadas en el blog.
Luego de lo del Metro, que es malísimo y además es una crítica-alerta para todos, pensé que los que viven en la capital también son afortunados por el montón de eventos que se organizan y de los cuales muchos ni se enteran. Como todos saben son ultrafanática de la animación y me pareció súper interesante este evento que esta noche (hoy es martes 8 de abril) se presenta a las 7 en el Centro Cultural Chacao (detrás del Lido). La gente de Viart estará proyectando una muestra de cortometrajes animados españoles que formaron parte del festival Animadrid. No sé si es gratis o no, pero vale la pena acercarse para divisar las propuestas provenientes del viejo mundo. La segunda cosa buena se las postearé más tarde.
Los cortos a mostrar esta noche son:
- Camila y Dimna. Luciano Berriatua. 7 minutos
- Cumpleaños feliz. Israel Puya, Alejandro Muñoz, Anabel Jimenes. 7 minutos
- El viaje de Said. Coke Rioboó. 12 minutos
- Jazz Song. Jorge Gonzáles. 8 minutos
- Los Fusilados de Goya. Héctor Caño. 8 minutos
- Tadeo Jones y el Sótano Maldito. 18 Minutos
Luego de lo del Metro, que es malísimo y además es una crítica-alerta para todos, pensé que los que viven en la capital también son afortunados por el montón de eventos que se organizan y de los cuales muchos ni se enteran. Como todos saben son ultrafanática de la animación y me pareció súper interesante este evento que esta noche (hoy es martes 8 de abril) se presenta a las 7 en el Centro Cultural Chacao (detrás del Lido). La gente de Viart estará proyectando una muestra de cortometrajes animados españoles que formaron parte del festival Animadrid. No sé si es gratis o no, pero vale la pena acercarse para divisar las propuestas provenientes del viejo mundo. La segunda cosa buena se las postearé más tarde.
Los cortos a mostrar esta noche son:
- Camila y Dimna. Luciano Berriatua. 7 minutos
- Cumpleaños feliz. Israel Puya, Alejandro Muñoz, Anabel Jimenes. 7 minutos
- El viaje de Said. Coke Rioboó. 12 minutos
- Jazz Song. Jorge Gonzáles. 8 minutos
- Los Fusilados de Goya. Héctor Caño. 8 minutos
- Tadeo Jones y el Sótano Maldito. 18 Minutos
01 abril 2008
Cosas del Metro de Caracas
Lamento postear este tipo de cosas pero de verdad me indigné, especialmente ahora que nos mudamos un poco lejos de Caracas y no me queda más remedio que utilizar el transporte urbano en algunas oportunidades (antes caminaba todo lo que podía). El texto que copio a continuación fue escrito por un amigo, periodista, un joven que se ha partido la crisma trabajndo para tener lo que tiene, y que tuvo la desventura de ser atracado por una banda de ociosos dentro de las instalaciones del citado medio de transporte.
Yo particularmente, no pienso usarlo salvo cuando sea absolutamente necesario. No sólo por las situaciones que mi amigo describe, sino porque he visto cómo asaltan a las personas en las escaleras mecánicas, cómo empujan a la gente y la golpean sin compasión para entrar al vagón, y por supuesto he visto la falta de respeto por las canas, muletas y barrigas de embarazo.
Estoy cansada de que los viejitos de 80 años se paren a darme el puesto (cosa que amablemente no acepto) mientras los más jóvenes van aplastados en las sillas azules (para mis amigos en el exterior, son las que están destinadas a ancianos, discapacitados y embarazadas) con sus piernas abiertotas rascándose la entrepierna.
NO USO MÁS EL METRO. Me lamento millones de veces al ver en qué se convirtió el transporte modelo de Venezuela, lo lamento más luego de haberle presentado hace un montón de años al ya fallecido profesor Mayobre, un trabajo grupal en el que analizábamos cómo se había logrado la digna subcultura Metro y cómo se mantenía.
Ahora es simplemente basura, un nido de ratas, abusos y desconsideraciones, repleto de publicidad en cada rincón, y de basura a la mejor manera de los Metros de las grandes urbes... ¿será eso progreso?...
"Mi historia verídica de robo en el Metro
Hace mucho tiempo que no me robaban. De hecho, desde la última oportunidad – que poco recuerdo – y los continuos intentos que he sufrido, me he vuelto obsesivo y maniático con la seguridad personal, debido también a las incontables ocasiones que algún amigo o familiar llega con la mala nueva.
Si me preguntan en este momento, casi una hora después del suceso, cómo me siento, sólo puedo decirles que resignado; el robo ocurrió en un sitio de uso tan cotidiano para el caraqueño como el Metro, y me tomó tan desprevenido, que sólo puedo decirles "no lo esperaba", así entre comillas, cual sujeto entrevistado en el lugar de los acontecimientos.
Me monté a eso de las ocho de la noche del domingo en la estación Altamira, con rumbo a Bellas Artes, en donde daba por descontado que debería tomar un taxi, pues la inseguridad y la inconstancia del transporte me obligan a ello.
Al montarme en esta estación del este capitalino, todo fluyó normal, hasta pude sentarme en un puesto pegado a la ventana, en el cual nadie me tropezaría. En la estación de Chacaito, un grupo de gente morena (y un poco más oscuros) vestidos con pantalones "chupi chupi", y haciendo escándalos, hicieron acto de presencia, algo normal pensé, pues allí siempre se monta gente con tales características.
Había desde niños de diez años hasta chamos más grandes, tal vez 23 o 25, (yo tengo 22…), también había chamas, que lucían como las novias de algunos de ellos. Al llegar Sabana Grande, noté que entraban más personas con los mismos rasgos, y que de alguna forma evitaban que otras salieran, pues entorpecían el paso. Yo pensé, sinceramente, esto esta raro – se activó mi célula de paranoia y desconfianza – pero al ver aquél gentío, supuse que no podría salir, pues yo estaba sentado.
Cuando cerraron las puertas en Sabana Grande, el chamo que estaba sentado delante de mi - de la pandilla – se quedó viendo mi chaqueta (le tenía aprecio, me costó su precio en aquel viaje de trabajo en el que fui a Amsterdam), pero entonces, al ver que tenía como 12 años, pensé, ¿un chamito me va a robar?...
Al voltear hacia atrás, observé que lo que estaba delante de mis ojos se replicaba en todo el vagón, había malandros de estos en todas partes. No me gusta ser despectivo, y a veces ante malos pensamientos, como el anterior (el chamito ladrón), me digo que formo parte de esa oligarquía (de pensamiento, porque de plata…) que no considera a sus hermanos venezolanos, y de la que tanto despotrica Chávez.
Y entonces se cerraron las puertas, y comenzó el movimiento, el primero, al menos que haya visto, que robó, fue un chamo que estaba delante de mi, y le quitó la gorra al usuario que estaba sentado detrás de mi, inmediatamente, empezó la gente a desesperarse, supongo que a lo lejos, algún hombre se opuso y le sacaron una navaja, porque la mujer que lo acompañaba chillaba por la vida de ambos, e imploraba a su novio (familiar, amigo, que mas dá) entregara lo solicitado.
Yo permanecí inmóvil, como si pasara desapercibido, pero entonces, comenzaron a pasar tal cantidad de malandros, (de estos monos tuqui tuqui, creo que así les dicen, no sé), uno me arrancó la chaqueta, y cuando creí que sería todo, otro me jaló los lentes, (sólo vi la mano alejarse), al mismo tiempo me sacaban el celular del bolsillo izquierdo, y al menos tres manos - desesperadas como quien se agarra al último halo de esperanza – intentaban quitarme el reloj, descubierto al robarme la chaqueta.
Yo sólo sé que mientras me halaban el reloj, me hacían inclinarme hacia la derecha, y tal movimiento, evitaba que el malandro que tenía de ese lado me sacara la cartera (para más, una Louis Vuitton que me regalaron por mi graduación …), y en eso me concetré, para evitar perder las tarjetas, la cédula y la licencias, porque un pana me dijo hace poco que no había material.
La verdad, jamás había estado tan calmado en mi vida, sólo sé que el momento me hizo sentir que lo único que debía proteger era mi vida, así que di todo lo material solicitado, a las manso que me halaban el reloj, sólo alcance a decirles "¡lo van a romper, y no va a valer nada!" ¿qué bolsa yo no? Preocupándome por eso… claro, ya me ardía la mano de la fuerza que estaban haciendo, y la resistencia que oponía el reloj, que tenía una fecha especial y mi nombre grabados, y que me había regalado mi ex, en la navidad del 2006.
Todo pasó en fracciones de segundos, entre Sabana Grande y Plaza Venezuela, confirmo, eran más de setenta antisociales, que entraron intempestivamente a robar.
MORALEJA: No sean tan bolsas como yo, que cree que la gente no siempre es lo que parece, síganse guiando por su intuición de venezolanos que viven en esta selva de cemento, en donde se aplica la teoría del más apto por la vida, en donde hay que subsistir a diario por sobre los otros.
NO, no bajen el vidrio así el niño se esté muriendo de hambre, así el pana haga bien malabares, así la señora se vea desnutrida, porque lamentablemente pagan juntos por pecadores, ante la desconfianza que surge por la inseguridad de este país.
En las camionetas roban, en el metro roban, los taxistas roban, los mototaxistas también. ¿En quién vamos a confiar?
CONSEJO: No opongan ninguna resistencia, aunque seguramente no hace falta que se lo diga, en ese momento, en el que todo queda en blanco, se darán cuenta.
Ahhhh, no me importa si el petróleo está caro, si lo regalamos, si nos lo comemos, si somos un país rico o si las estadísticas dicen que bajaron los índices de criminalidad, víctimas del hampa hay todos los días, y lamentablemente en los cerros venezolanos se están criando más malandros y malandras para continuar robando, y eso no hay autoridad que lo pare en este pueblo sin ley….
Nunca me ha gustado hacer generalizaciones, nunca me ha gustado decir "malandros y malandras" pero creo que despupes del susto, la rabia es gratuita y al menos me gano el derecho a decirles como me venga en gana. Disculpen si sueno rudo u ofensivo, en este momento hace una hora y 45 minutos que me robaron. Y creo que aún no salgo de mi asombro."
Yo particularmente, no pienso usarlo salvo cuando sea absolutamente necesario. No sólo por las situaciones que mi amigo describe, sino porque he visto cómo asaltan a las personas en las escaleras mecánicas, cómo empujan a la gente y la golpean sin compasión para entrar al vagón, y por supuesto he visto la falta de respeto por las canas, muletas y barrigas de embarazo.
Estoy cansada de que los viejitos de 80 años se paren a darme el puesto (cosa que amablemente no acepto) mientras los más jóvenes van aplastados en las sillas azules (para mis amigos en el exterior, son las que están destinadas a ancianos, discapacitados y embarazadas) con sus piernas abiertotas rascándose la entrepierna.
NO USO MÁS EL METRO. Me lamento millones de veces al ver en qué se convirtió el transporte modelo de Venezuela, lo lamento más luego de haberle presentado hace un montón de años al ya fallecido profesor Mayobre, un trabajo grupal en el que analizábamos cómo se había logrado la digna subcultura Metro y cómo se mantenía.
Ahora es simplemente basura, un nido de ratas, abusos y desconsideraciones, repleto de publicidad en cada rincón, y de basura a la mejor manera de los Metros de las grandes urbes... ¿será eso progreso?...
"Mi historia verídica de robo en el Metro
Hace mucho tiempo que no me robaban. De hecho, desde la última oportunidad – que poco recuerdo – y los continuos intentos que he sufrido, me he vuelto obsesivo y maniático con la seguridad personal, debido también a las incontables ocasiones que algún amigo o familiar llega con la mala nueva.
Si me preguntan en este momento, casi una hora después del suceso, cómo me siento, sólo puedo decirles que resignado; el robo ocurrió en un sitio de uso tan cotidiano para el caraqueño como el Metro, y me tomó tan desprevenido, que sólo puedo decirles "no lo esperaba", así entre comillas, cual sujeto entrevistado en el lugar de los acontecimientos.
Me monté a eso de las ocho de la noche del domingo en la estación Altamira, con rumbo a Bellas Artes, en donde daba por descontado que debería tomar un taxi, pues la inseguridad y la inconstancia del transporte me obligan a ello.
Al montarme en esta estación del este capitalino, todo fluyó normal, hasta pude sentarme en un puesto pegado a la ventana, en el cual nadie me tropezaría. En la estación de Chacaito, un grupo de gente morena (y un poco más oscuros) vestidos con pantalones "chupi chupi", y haciendo escándalos, hicieron acto de presencia, algo normal pensé, pues allí siempre se monta gente con tales características.
Había desde niños de diez años hasta chamos más grandes, tal vez 23 o 25, (yo tengo 22…), también había chamas, que lucían como las novias de algunos de ellos. Al llegar Sabana Grande, noté que entraban más personas con los mismos rasgos, y que de alguna forma evitaban que otras salieran, pues entorpecían el paso. Yo pensé, sinceramente, esto esta raro – se activó mi célula de paranoia y desconfianza – pero al ver aquél gentío, supuse que no podría salir, pues yo estaba sentado.
Cuando cerraron las puertas en Sabana Grande, el chamo que estaba sentado delante de mi - de la pandilla – se quedó viendo mi chaqueta (le tenía aprecio, me costó su precio en aquel viaje de trabajo en el que fui a Amsterdam), pero entonces, al ver que tenía como 12 años, pensé, ¿un chamito me va a robar?...
Al voltear hacia atrás, observé que lo que estaba delante de mis ojos se replicaba en todo el vagón, había malandros de estos en todas partes. No me gusta ser despectivo, y a veces ante malos pensamientos, como el anterior (el chamito ladrón), me digo que formo parte de esa oligarquía (de pensamiento, porque de plata…) que no considera a sus hermanos venezolanos, y de la que tanto despotrica Chávez.
Y entonces se cerraron las puertas, y comenzó el movimiento, el primero, al menos que haya visto, que robó, fue un chamo que estaba delante de mi, y le quitó la gorra al usuario que estaba sentado detrás de mi, inmediatamente, empezó la gente a desesperarse, supongo que a lo lejos, algún hombre se opuso y le sacaron una navaja, porque la mujer que lo acompañaba chillaba por la vida de ambos, e imploraba a su novio (familiar, amigo, que mas dá) entregara lo solicitado.
Yo permanecí inmóvil, como si pasara desapercibido, pero entonces, comenzaron a pasar tal cantidad de malandros, (de estos monos tuqui tuqui, creo que así les dicen, no sé), uno me arrancó la chaqueta, y cuando creí que sería todo, otro me jaló los lentes, (sólo vi la mano alejarse), al mismo tiempo me sacaban el celular del bolsillo izquierdo, y al menos tres manos - desesperadas como quien se agarra al último halo de esperanza – intentaban quitarme el reloj, descubierto al robarme la chaqueta.
Yo sólo sé que mientras me halaban el reloj, me hacían inclinarme hacia la derecha, y tal movimiento, evitaba que el malandro que tenía de ese lado me sacara la cartera (para más, una Louis Vuitton que me regalaron por mi graduación …), y en eso me concetré, para evitar perder las tarjetas, la cédula y la licencias, porque un pana me dijo hace poco que no había material.
La verdad, jamás había estado tan calmado en mi vida, sólo sé que el momento me hizo sentir que lo único que debía proteger era mi vida, así que di todo lo material solicitado, a las manso que me halaban el reloj, sólo alcance a decirles "¡lo van a romper, y no va a valer nada!" ¿qué bolsa yo no? Preocupándome por eso… claro, ya me ardía la mano de la fuerza que estaban haciendo, y la resistencia que oponía el reloj, que tenía una fecha especial y mi nombre grabados, y que me había regalado mi ex, en la navidad del 2006.
Todo pasó en fracciones de segundos, entre Sabana Grande y Plaza Venezuela, confirmo, eran más de setenta antisociales, que entraron intempestivamente a robar.
MORALEJA: No sean tan bolsas como yo, que cree que la gente no siempre es lo que parece, síganse guiando por su intuición de venezolanos que viven en esta selva de cemento, en donde se aplica la teoría del más apto por la vida, en donde hay que subsistir a diario por sobre los otros.
NO, no bajen el vidrio así el niño se esté muriendo de hambre, así el pana haga bien malabares, así la señora se vea desnutrida, porque lamentablemente pagan juntos por pecadores, ante la desconfianza que surge por la inseguridad de este país.
En las camionetas roban, en el metro roban, los taxistas roban, los mototaxistas también. ¿En quién vamos a confiar?
CONSEJO: No opongan ninguna resistencia, aunque seguramente no hace falta que se lo diga, en ese momento, en el que todo queda en blanco, se darán cuenta.
Ahhhh, no me importa si el petróleo está caro, si lo regalamos, si nos lo comemos, si somos un país rico o si las estadísticas dicen que bajaron los índices de criminalidad, víctimas del hampa hay todos los días, y lamentablemente en los cerros venezolanos se están criando más malandros y malandras para continuar robando, y eso no hay autoridad que lo pare en este pueblo sin ley….
Nunca me ha gustado hacer generalizaciones, nunca me ha gustado decir "malandros y malandras" pero creo que despupes del susto, la rabia es gratuita y al menos me gano el derecho a decirles como me venga en gana. Disculpen si sueno rudo u ofensivo, en este momento hace una hora y 45 minutos que me robaron. Y creo que aún no salgo de mi asombro."
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