La semana pasada estuve tres días de reposo. El estrés por mil cosas y los malestares propios del embarazo hicieron una mala jugada con mis defensas y me dio un gripón de padre y señor nuestro. Además, tengo la tensión alta.
Hoy cuando abrí los ojos, el ya deshecho mundo en el que me ha tocado crecer, amaneció más convulsionado que de costumbre. Cuando era adolescente siempre me aferré a esa utopía de ver crecer a mis hijos en un ambiente de libertad y armonía, con el que creo que alguna vez hemos soñado todos los seres humanos.
Recordé muchas canciones de Los Fabulosos Cadillacs, Mano Negra, Desorden Público y quién sabe cuantas bandas y cantantes más (y de cómo bailaba despreocupadamente con mis amigos, brindando con una cerveza fría).
Hoy, amaneció nublado y aunque la gente en la calle sigue en su tránsito perenne se nota una especie de disgusto, de preocupación, incluso de temor. Volví a pensar en todos aquellos ideales que me dieron tanta energía para vivir. Hoy escribo por mi hijo pronto a nacer, porque él y todos merecemos vivir en un mundo libre, pacífico y armonioso, porque las guerras no tienen sentido alguno. Que ellas, con su maligno avanzar empujan a uno haciendo caer al otro... total, todos estamos en el mismo terreno, al borde del mismo abismo. Si todos nos brindamos soporte, jamás caeremos como piezas de dominó.
Hoy cuando siento aires de guerra que empañan mi viento fértil, vuelvo a pedirle a Dios que brinde lucidez a quienes tienen el poder en sus manos... o en su defecto, que suelte su mano vengadora sobre quienes pretenden hacerle daño a los inocentes.
03 marzo 2008
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3 comentarios:
Te entiendo, yo pase por esa sensación y tengo 24 años soñando con una vida mejor para mi cachorro, ahora quiero que tenga su propio hogar hermoso y florido como yo no pude darselo, un entorno muy heavy.
Bueno, me encontré con tu blog y me gusta mucho, el estilo es fresco, entretenido e irónico. Un gusto leerte.
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